viernes, 28 de noviembre de 2008

El Estado clientelista - Editorial noviembre de 2008 - Revista Unidos!




Al recorrer regularmente la ciudad en mi único vehiculo móvil, una bicicleta, percibo un malestar inminente entre los pobladores. Una urgente necesidad de expresar a alguien la desesperación social que envuelve al país; una urgencia de carácter económico y político, la demanda de un verdadero cambio que nos llene de esperanza y nos devuelva la alegría de estar tranquilos, estables.

Pero además de indagar en los intereses populares también recorro la periferia de Cañada de Gómez a pedales y en ocasiones la cadena de mi transporte me condena a sofocarme de calor, tratando de volver a colocarla para continuar; después de hacerlo diviso entre los placeres más variados de otros sectores elitistas, la hostil vida que le sortea a algunos vecinos. Nada puede más contra el hambre, la analfabetización y la indigencia, que la integración y la oportunidad comunitaria; por eso increíblemente irracional ver en nuestra ciudad que niños, mujeres y hombres que habitan a unos metros del centro cañadense se encuentren en estado de emergencia, vulnerados por la desidia y la discriminación de las autoridades que como cuentan los mismos habitantes, “aparecen” todos juntos a la hora de colocar un voto en la mano sucia de un obrero al que le prometen “una parcela en cielo”. La invención absurda de los planes de trabajo sometiendo a los que ya poco tenían, a tener nada, creando una cultura conformista y oportunista que convierte al municipio en un gobierno populista y clientelista destruyendo todo indicio de progreso social y creatividad laboral.

Los barrios de la periferia de Cañada de Gómez se encuentran ocultos a los “ojos estresados” de las clases acomodadas, obra que lleva adelante la mano negra de algún funcionario al cual le interese tapar con adornos la sensibilidad de la pobreza y el hambre de los niños cañadenses, en los cuatro puntos cardinales.
Casillas de chapas oxidadas, casas improvisas de madera y cartón, vagones de trenes cobijando familias y como contraste social, planes de vivienda para matrimonios con recibos de sueldos y las prioridades de siempre. Pareciera que las personas que están en negro (como por ejemplo aquellos que reciben planes de trabajo municipal) no tienen derecho a tener una vivienda; los desempleados y los solteros tampoco, menos los changarines. Siendo que la desocupación, el trabajo en negro y la evasión son causados por la política de estado y la manipulación de los intereses de los sectores gobernantes.

El Estado y sus ramas políticas son los encargados de fabricar sujetos enajenados que vuelven a reproducirse como tal, como engranajes de una máquina neoliberal que crea el funcionamiento adecuado para que la corrupción parezca natural; y la gran mayoría de los medios de comunicación son vías de escape y cómplices de dichas maniobras.

Hay mucho por hacer para ayudarnos entre todos, y comprendamos que no hace falta salir de Cañada de Gómez para contemplar la lastimosa realidad que la acoge; el hambre y la desnutrición están solo a unas cuadras de nuestras casas.

Por Emanuel N. Soverchia
Director

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