martes, 23 de diciembre de 2008

Portadas de Revista Unidos! Números I, II y III de 2008




Portadas de revista Unidos! (Papel)
Un fantasma recorre el mundo...
Ediciones número I, II y III de 2008

Unidos!

Grandes pasos ya hemos dado... Unidos! es y será del Pueblo y no de unos pocos bonapartistas.






Por causas ya conocidas para nuestros lectores comenzamos a gestionar los trámites de registro de Propiedad Intelectual en la direción Nacional del derecho de autor; con motivos de no volver a cometer el mismo error que en nuestro medio anterior que se fundó con objetivos colectivos, usufructuado por intereses individualistas y bonapartistas registrando sus simbolos en un sitio web de manera colateral y de improvisto sin consulta a sus compañeros.
Entendemos que los intereses de Revista Unidos! son colectivos, populares y comunes a todas las personas que velan por un mundo libre y la formación de hombres y mujeres nuevos. Que es un medio gráfico y digital comunitario y abierto que se fundó para que pueda expresar su voz la clase trabajadora y los sujetos historicos científicos explotados por este sistema. Aunque registrarlo parezca un acto contradictorio y egoísta, es la única forma de salvaguardar la UNICA VOZ POPULAR Y COMUNITARIA que tiene nuestra ciudad para ser alzada y no usufructuada por chovinistas oportunistas con mentiras al pueblo.

Grandes pasos ya hemos dado... Unidos! es y será del Pueblo y no de unos pocos bonapartistas.

Emanuel Soverchia

Director de Revista Unidos!

sI TOCAN A UNO, NOS TOCAN A TODOS! Libertad a la documentalista Elena Varela!

Libertad a la documentalista chilena Elena Varela Elena Varela, miembro de la Productora de cine Ojo Film, está arrestada y retenida en el complejo penitenciario de Rancagua, Sexta Región, desde hace más de un mes. Su detención se produce mientras estaba filmando un documental - NEWEN MAPUCHE - sobre el conflicto entre las compañías forestales y comunidades Mapuche. Con esta detención y con la requisa de todo el material filmado, el Estado chileno, actuando por mandato de los explotadores forestales y minerales que están destruyendo el medio ambiente, intenta golpear nuevamente al movimiento Mapuche– que ya tiene varios presos sin condena en su haber-. Se trata de una metodología repudiable y sumamente preocupante para la labor de quienes ponemos nuestras cámaras al servicio de causas que cuestionan la lógica de acumulación capitalista a cualquier precio, y para la más elemental libertad de expresión. Los realizadores latinoamericanos tenemos en nuestra historia compañeros perseguidos, encarcelados y desaparecidos. Las dictaduras militares reprimieron y censuraron la actividad audiovisual. No podemos permitir que se repitan estos métodos. Distintas asociaciones y representantes de la actividad cinematográfica en Chile ya s e están movilizando contra la represión. Porque entendemos que “si tocan a uno, nos tocan a todos”, convocamos a la comunidad cinematográfica, a los organismos de derechos humanos y al conjunto de organizaciones sociales a extender la solidaridad, multiplicar las iniciativas y reclamar con fuerza por la inmediata libertad de Elena Varela. PETITORIO Los abajo firmantes exigimos la inmediata libertad de la documentalista Elena Varela y la devolución de todo el material de rodaje requisado por autoridades el gobierno chileno. Para enviar su adhesión al petitorio por la libertad de Elena Varela mandar un mail a: doca@docacine.com.ar con su Nombre, Apellido, Documento, Nacionalidad y Ocupación.

LA NAVIDAD DE LOS EXCLUIDOS:TODOS TIENEN DERECHO A REIR


Al pueblo peruano y a todas sus organizaciones en GeneralA los 17 millones de empobrecidos y Marginados del PerúA Todos aquellos que reclaman Justicia, Paz y Dignidad para todos Un arduo camino de consecuencia y lealtad, nos ha hecho mas maduros y mas rebeldes, en los casi 8 años de trabajo, desde el nacimiento de nuestra organización política hasta la actualidad hemos recibido innumerables muestras de cariño, amistad y solidaridad del heroico pueblo peruano y compañeros Latinoamericanos, lo cual nos anima a mantener el ferviente espíritu de compromiso y sacrificio revolucionario, una fuerza que crece en todos los rincones de la patria desde las universidades, los sindicatos, los cerros y plazas nuestro cordón de conciencia, educación y sensibilizació n social se acrecienta dispuesta a doblar cualquier obstáculo, decida a romper cualquier impedimento que retrase la construcción del proyecto verdaderamente democrático revolucionario. El año que termina nos deja duras lecciones, el enemigo imperialista y sus sirvientes la derecha oligárquica enquistada como un cáncer en el poder del Estado, ha mostrado sus garras, ha criminalizado nuestra legitima opción de protesta, una vez mas a traicionado y no tiene ningún reparo a seguir robando y saqueando nuestras riquezas, y no tiene ningún remordimiento en cometer injusticias o mandar a asesinar a valientes dirigentes sindicales y populares, ellos han demostrado que no descansan cuando ven que sus privilegio están en peligro, esta situación es común en toda Latinoamérica y pronto habrá de terminar. Los peruanos confiamos en que estas fiestas navideñas convertidas en el aquelarre del frívolo mercantilismo y el consumismo salvaje por la avaricia del inhumano capitalismo sean un tiempo de profunda reflexión y de limpieza de conciencias, asumir que el gobierno que dirige el delincuente Alan García y su banda terrorista Apra en alianza con la mafia fujimontecinista- UN, son el peor enemigo de la patria, es la derecha mas corrupta y criminal de nuestra historia, seguir manteniéndonos en el silencio o en la indiferencia solo será nuestra tumba y la desesperanza de la generación que detrás de nosotros se levanta. Si el poder es del pueblo, cada acto de liberación debe ser dirigido por el pueblo, una sociedad emancipada de tanto corrupto y traidor, de tanta enajenación y miedos es digno de llamarse pueblo, de lo contrario solo somos una masa atontada, servil y dispuesta a soportar todo golpe que el imperialismo se le antoje dar. El pueblo peruano es depositario de la soberanía y autodeterminació n nacional y por ese poder popular debe rechazar toda intromisión del imperialismo y sus transnacionales que poco o nada les interesa el desarrollo nacional, los mas de 17 millones de empobrecidos, marginados y excluidos, los cerca de 2 millones de niños peruanos explotados con la esperanza rota de un mejor futuro nos exigen que estamos en la urgente necesidad de UNIRNOS Y ORGANIZARNOS para defender lo que por derecho nos corresponde vivienda, salud, educación y trabajo digno para construir un Perú con futuro. Caminemos juntos, apostemos por la flexibilidad y diversidad geopolítica de todas nuestras acciones, la lucha debe ser integral enmarcada en la realidad pluricultural y étnica de nuestra patria, construyamos nuevas organizaciones no una ni diez sino cientos en todo el territorio nacional, vertebradas todas ellas en un solo ideal la liberación de la patria, la instauración de una verdadera democracia, el antiimperialismo y la construcción del Socialismo, que el partido se forme en el fragor de las luchas, es allí donde se alumbraran los verdaderos revolucionarios y dirigentes. Que nuestros mártires se enorgullezcan de que aun seguimos en la lucha dispuestos a vencer, desde la organización de todos los peruanos Movimiento Democrático del Perú: DIGNIDAD NACIONAL en estas fiesta navideñas y de fin de año expresamos todo nuestro amor a los huérfanos y viudas de nuestros compañeros caídos en combates y de todos los compañeros secuestrados injustamente en las cárceles burguesas a quienes enviamos nuestro sincero mensaje de esperanza, y a los millones de peruanos y Latinoamericanos que viven en los Andes o en los cinturones urbano-marginales para quienes la navidad solo tiene el valor de la tristeza y la amargura de la vida por que no habrá pan en su mesa ni juguetes con que rían sus hijos solo nos queda decirles que todo nuestro amor y sacrificio esta con ellos y que lucharemos a costo de nuestras vidas por que llegue el día en que su derecho a comer y reír con bienestar y dignidad sea común para todos. Liberemos la alegría, avancemos juntos hacia la Dignidad Nacional Por la alegría de los niños y la Paz con Justicia Social... Felices fiestas navideñas y de fin de año!!!

Perú, Diciembre 2008.

COMITÉ POLITICO NACIONALMDP: DIGNIDAD NACIONAL

lunes, 22 de diciembre de 2008

Gran Brindis de Fin de Añode LuchArte


Gran Brindis de Fin de Añode LuchArte Lunes 22 de Diciembrea partir de las 20.30hs en el Bar de la Facultad de Filosofía y LetrasPuan 480(a cuatro cuadras de Rivadavia al 5800) Vamos a compartir la despedida del año,brindar, disfrutar una buena comida.Y…Música, teatro, humor, plástica, tango… Hay escenario y sonido,si tenés ganas… sumate al espectáculo!

Confirmar presencia y actuación a:
info@lucharte.com.ar
www.lucharte.com.ar InvitaLuchArte

viernes, 19 de diciembre de 2008

A SIETE AÑOS DE LA REBELION POPULAR

Todos a la MARCHA Y ACTO DEL 20 DE DICIEMBRE
De Congreso a Plaza de Mayo
Nos encontramos 15:30 horas en Rodríguez Peña y Avenida de Mayo.

Adhiere y convoca: Lucharte
ENORME CONVOCATORIA UNITARIA A LA MARCHA Y ACTO DEL 20 DE DICIEMBRE Reunidos en el Hotel Bauen, los dirigentes de la izquierda argentina brindaron detalles de la Marcha y Acto que realizarán el 20 de diciembre. La marcha partirá de Congreso a las 16,30 y arribará a Plaza de Mayo donde se realizará un acto en el que se leerá un documento único al cabo de la presentación de distintas delegaciones del movimiento obrero combativo, del movimiento estudiantil, del movimiento piquetero y de derechos humanos. Néstor Pitrola del Partido Obrero resaltó “la presencia de toda la izquierda argentina convocando ante la crisis mundial y ante la ola de despidos y suspensiones en nuestro país”. Saludó “que decenas de organizaciones combativas del movimiento obrero, estudiantil y piquetero se planten con la consigna ‘Que la crisis la paguen las patronales, los banqueros y terratenientes’, reclamando un paro nacional contra los despidos y por el salario; es la gran marcha que no organizan ni la CGT ni la CTA que encubren la política del gobierno basada en rescatar a los banqueros y empresarios y no a los trabajadores”.Pitrola anticipó que “el documento único es todo un programa de salida obrera a la crisis, que marca un camino ante la gran irrupción de luchas en el puerto de Mar del Plata, en General Motors, en Paraná Metal de Villa Constitución, en Papelera Masuh, en Iveco de Córdoba, que están parando y movilizando en estas horas contra el freno del moyano-kirchnerismo en el movimiento obrero. En el documento se destacará el levantamiento popular griego, las huelgas en Italia, la triunfante huelga estatal en Chile, que indican que la clase trabajadora empieza a intervenir”.“El plan anticrisis kirchnerista irá al fracaso, porque no alcanzará la plata de los jubilados para pagar tanta deuda externa y el gobierno les promete todavía más, porque están dejando fugar los capitales y devaluar la moneda -remató Pitrola- llamando a todos los luchadores, a los trabajadores y al pueblo a concurrir para dar una señal clara y fuerte de que los trabajadores no estamos dispuestos a pagar los platos rotos”. Son convocantes:PO – PCR -PTS - MST N. Izquierda – MAS – IS – MIR – PCT - C. de Enl :CS-IT-FUR- PRLM - RyR – Otro camino es posible CCC- Polo Obrero -Bloque Piquero Nacional- FOL-Asamblea Stelmo- Red Lib-CPS 29 de Mayo COD-Mov. Teresa Vive – Frente Darío Santillán Fte anti Rep del Sur- APEL- CeProDH- A.V.I.S.Ar. –Liberpueblo FUBA-FULP-C. Est. J.V.Gonzáles-C Est. C. Pellegrini Sutebas La Plata, Lomas, Grl. Sarmiento, M. Paz y Las Heras-AGD UBA- Sutna S. Fernando-ATE Sur- ATE A.B.y Pte Peron-SOECN-Zanon-CI TVB LMatanza-CI de Morvillo, Transtex, Interpack 1 , Interpack 2, Indugraf C. Int Graf. De D. Popular- C de deleg. Ecotrans; JI de No Docentes Sociales, JI ATE Educación LP- CB en Lucha- J I ATE IOMA La Plata- CI Donnelley- CI Pepsico Snacks- C de Deleg TBA-Línea Sarmiento-CI Utba Crónica-Ademys La movilización del 20 de diciembre tiene sus consignasA 7 años de la rebelión popular,
Que la crisis la paguen las patronales, los banqueros y terratenientes
Prohibición de despidos y suspensiones. Aumento salarial
No al plan de los Kirchner que hace pagar la crisis al pueblo
No al FMI. No al pago de la deuda externa. Ni un dólar al exterior
Por el triunfo de todas las luchas
1) Que la crisis la paguen las patronales, los banqueros y terratenientes. 2) Prohibición de despidos y suspensiones. Reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario. Eliminación del IVA a los productos de consumo popular. Apertura de los libros contables para garantizar la rebaja de los precios y control de precios y abastecimiento por las organizaciones obreras y populares. 3) Ocupación, expropiación y puesta en producción bajo gestión obrera de toda fábrica que cierre. Apertura de libros al control obrero. Elección de delegados en todos los lugares de trabajo. 4) Salario mínimo equivalente a la canasta familiar. 82% móvil para las jubilaciones. Reapertura de paritarias. Doble aguinaldo. Universalización y equiparación a la canasta básica alimentaria de los planes sociales. 5) No al plan anticrisis kirchnerista basado en el subsidio a los banqueros y capitalistas, los tarifazos, la devaluación monetaria y el congelamiento salarial. 6) No al FMI. No al Club de París, no al canje con los fondos buitres, no al pago de toda la deuda externa ilegítima, fraudulenta y usuraria. Nacionalización de la banca y control de cambios para terminar con la fuga de capitales. 7) Apoyo a la lucha de los obreros rurales por salarios y la liquidación del régimen de trabajo agrario de la dictadura; a la lucha de los pueblos aborígenes por la tierra; contra la expulsión de las tierras a los campesinos; por la expropiación sin pago de la propiedad terrateniente nacional y extranjera y de los pooles de siembra, por impuestos progresivos a las grandes fortunas. 8) Triplicación de los presupuestos de salud y educación. 9) Aparición con vida de Jorge Julio López. Juicio y castigo a los represores de ayer y de hoy. Libertad a los presos políticos y desprocesamiento o amnistía de todos los luchadores populares. Derogación de la fascista ley antiterrorista. Cárcel a los responsables políticos y materiales de los caídos el 20 de diciembre y de todos los luchadores populares. 10) Monopolio estatal del comercio exterior. Reestatización sin pago de YPF y de todas las privatizadas, bajo control de los trabajadores. 11) Fuera las tropas argentinas, uruguayas, brasileñas y chilenas de Haití. Fuera el imperialismo de América Latina. Juicio y castigo a los asesinos de Richard Gallardo, Luis Hernández, Carlos Requena, dirigentes obreros e impulsores de la lucha antiimperialista venezolana. Repudio a la masacre contra la movilización campesina de Pando en Bolivia. Saludamos la victoria de la huelga general estatal contra el gobierno de Bachelet. Solidaridad activa con la rebelión de los trabajadores y jóvenes griegos. 12) Paro activo nacional y plan de lucha contra los despidos y por el salario. 13) Por la defensa del Cuerpo de Delegados de los subterráneos y de todas las direcciones sindicales combativas atacadas por las patronales, el gobierno y la burocracia sindical. Por la coordinación de todas las luchas. 14) Que se vayan todos.

Justicia Ya Por PABLO: Cartas Por Arq. José D. Pettinnicchi

jueves, 18 de diciembre de 2008

Ya esta por salir el próximo numero de Revista Unidos! (papel)



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A 7 años de diciembre de 2001

Invitamos a participar en Rosario desde las 20 hs del jueves 18 de diciembre, en la vigilia activa en la plaza frente a los Tribunales, con actividades artísticas, muestras, grupos de debate, proyecciones de videos y talleres de educación popular.

Esperaremos allí hasta el 19 la llegada de los familiares de las víctimas de diciembre. Los acompañaremos y seguiremos exigiendo a la Justicia el procesamiento de los autores materiales y responsables políticos.

Luego como todos los años marcharemos el 20 junto a todas las organizaciones sociales y políticas.

Ps. Carlos Nuñez
Biblioteca Popular Pocho Lepratti
Email biblepratti@yahoo.com.ar
www.bibliopocholepratti.org.ar

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Camilo, el Héroe de Yaguajay - Por Lídice Valenzuela




Raúl, Fidel y Camilo en la Sierra Maestra

Quizás nunca imaginó el Comandante Camilo Cienfuegos (1932-1959) que un día sería proclamado Héroe de una guerra revolucionaria, y que una pequeña localidad de la antigua provincia de Las Villas, con el nombre indígena de Yaguajay, le serviría de apellido para siempre. Este joven guerrillero, que nació en una humilde vivienda de la barriada habanera de Lawton, emigrante en Estados Unidos, viajero en México, pasó a la posteridad como El Héroe de Yaguajay.

Es que en Yaguajay, un territorio asentado en un valle rodeado de pequeñas montañas, el habanero Comandante libraría al frente de la Columna Número 2, Antonio Maceo, una de las batallas más importantes en la recta final de la invasión que, desde la Sierra Maestra hasta el occidente de la Isla dirigió el Comandante en Jefe, Fidel Castro, para liberar a Cuba de la dictadura de Fulgencio Batista (1952-1959).

Camilo es una de las figuras más populares de la Revolución Cubana. En su paso desenvuelto y jovial, era la imagen de su pueblo. Alto y delgado, con un sombrero alón que devino símbolo de identidad personal, constituía la simbiosis de un carácter muy cubano: serio cuando debía serlo, pero siempre sonriente, con la broma en los labios, cariñoso y humano, solidario e intransigente.

Era un desconocido para el pueblo cubano hasta que triunfó la Revolución. La primera imagen que casi todos recuerdan de él es situado al lado de Fidel, quien pronunciaba su primer discurso en La Habana después del triunfo de la Revolución. Y la interrupción que Fidel hizo para preguntarle: "¿Voy bien, Camilo?", significando así la enorme confianza que el líder de la Revolución tenía en los criterios de su subordinado.



Luego, Camilo fue presencia obligada en toda Cuba. A mandarria limpia derrumbó los muros de un cuartel militar de los sicarios de Batista en La Habana y lo convirtió en escuela; luego, cuando la Patria estaba en peligro, pronunció en el balcón del Palacio Presidencial los memorables versos de Bonifacio Byrne, el poeta que vaticinó que los muertos, alzando los brazos, defenderían la bandera de la Patria.

Sin medir el tiempo ni sus múltiples obligaciones, Camilo detenía su vehículo en plena calle para con amigos, vecinos y hasta gente desconocida que se le acercaban para saludarlo.

Mientras cumplía una tarea política, Camilo desapareció en el mar el 28 de octubre de 1959, apenas 10 meses después del triunfo revolucionario. La noticia de su pérdida en el mar entre Camagüey y La Habana trazó una estela de luto entre los cubanos, que aprendieron a quererlo y admirarlo en pocos meses.

Su desempeño en la lucha revolucionaria en la Sierra Maestra, la proeza de la invasión, en la que ganó los grados a sangre y fuego, su inteligencia natural, su aprecio por el pueblo, su personalidad y su devoción revolucionaria han hecho de Camilo una figura legendaria, venerada cada año por millones de cubanos, incluso generaciones que no lo conocieron en vida.

Cada 28 de octubre, grandes manifestaciones de gente humilde del pueblo llegan hasta el mar o los ríos en toda Cuba para depositar flores en su homenaje.

A Camilo no es posible ni encasillarlo ni aprisionarlo. El vive, libre como fue su espíritu, en lo mejor del pueblo cubano, que lo reconoce como uno de sus más queridos héroes.



FUENTE: www.radiorebelde.com.cu/noticias/nacionales/nacionales2-271008.html


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"Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información”.

Rodolfo Walsh, ANCLA (Agencia de Noticias Clandestina), 1976

Entrevista al investigador, ensayista y militante Néstor Kohan ¿Revolución en el siglo XXI?

www.rebelion.com

Agencia Bolivariana de Prensa

¿Cuáles son en su opinión las vías y las formas de la revolución en América Latina?

En mi opinión lo primero que quisiera destacar en esa pregunta es algo previo a la respuesta. Me refiero a la pertinencia o no de la revolución… Porque durante los últimos 25 años, es decir, un cuarto de siglo, las grandes usinas del imperialismo y también de las diversas variantes del reformismo y la socialdemocracia internacional han tratado de inocular en el movimiento popular latinoamericano la peregrina idea de que la revolución ya no es viable, ni posible ni deseable. Preguntarse entonces por las vías y las formas presupone poner en discusión esa violenta campaña de desarme ideológico. Aclarado esto, me parece, desde mi modesta opinión —porque yo no soy un gurú con una bola de cristal ni un adivino que tenga la verdad revelada de ningún oráculo— que los caminos y las formas del proceso revolucionario latinoamericano son diversas y variadas. No se pueden encapsular en recetas de pizarrón ni fórmulas de escritorio. Las transformaciones sociales vienen y vendrán a través de movimientos sociales, organizaciones políticas y organizaciones insurgentes, político-militares. Durante el último cuarto de siglo los “tanques pensantes” del imperialismo y de la socialdemocracia supuestamente progresista han tratado de recortar ese abanico de formas de lucha, de aplastarlo, de segmentarlo, reduciendo la única forma a la lucha de los movimientos sociales, despreciando la organización política y deslegitimando, demonizando y satanizando, de modo absolutamente macartista, las formas no institucionales, insurgentes y político militares que históricamente ha asumido y continúa asumiendo la rebeldía y la resistencia popular. Volver entonces a recuperar el debate por las vías y las formas de lucha y de transformación social radical se torna una tarea impostergable. Ya es hora de hacer un beneficio de inventario y un balance crítico con el reformismo y el posmodernismo que tanto nos reclamó despreciar las formas políticamente organizadas de la rebeldía popular (que no se limitan a las protestas espontáneas) y darles la espalda a las vías de confrontación radical —incluso político militares— con los poderes establecidos.

¿Tiene vigencia el planteamiento de la combinación de todas las formas de lucha?

Los enemigos de nuestros pueblos, el imperialismo y las burguesías criollas (mal llamadas “nacionales”) no renuncian a ninguna forma de lucha. Desde la construcción de consenso, la conformación de la hegemonía hasta el ejercicio de la fuerza material. Si ellos tienen a mano y despliegan ese abanico de formas, ¿en nombre de qué los pueblos deberían renunciar a ciertas formas de lucha? ¿Frente a la violencia de arriba, ejercida no por un loco suelto sino por toda una serie de instituciones represivas —policía, gendarmería, fuerzas armadas, organismos de inteligencia, etc.—, nuestros pueblos deberían acaso responder ofreciendo mansa y sumisamente “la otra mejilla”? No lo creo justificado. No lo creo realista. No lo creo deseable.

¿Cómo sería esa situación en el caso colombiano?

En Argentina existía un historiador y pensador de origen comunista, en su juventud, luego peronista revolucionario, en su madurez, que se llamaba Rodolfo Puiggros. Su obra historiográfica es prolífica y muy polémica. Yo comparto algunos de sus puntos de vista, en otros casos (como es el tema del populismo) tengo opiniones muy diversas a las que lo hicieron famoso. Sin embargo siempre me gusta citar una idea suya. Decía el viejo Puiggrós que muchas veces los argentinos hemos sido “inspectores de revoluciones ajenas…”. O sea que como no hemos podido hacer nuestra propia revolución, vamos por el mundo con el dedo en alto inspeccionando revoluciones ajenas… Creo que debemos aprender esa lección. No soy colombiano. No conozco en profundidad la realidad colombiana. Aclarado esto, creo sin embargo que como internacionalistas convencidos, que llevamos en la cabeza pero también en el corazón la Patria Grande latinoamericana, sí podemos opinar sobre otros países hermanos. Creo que el pueblo colombiano ha sido uno de los pueblos más dignos y combativos de la historia de nuestra América. Todo el mundo que esté mínimamente informado y que no tenga anteojeras ni reciba dinerillos del imperialismo sabe perfectamente que la violencia en Colombia no la inicia el pueblo sino las clases dominantes con el asesinato del caudillo popular Jorge Elieser Gaitán en 1948. Cualquiera que no haya vendido su pluma ni su conciencia a los grandes monopolios de (in)comunicación ni repita como un loro sumiso sus propagandas diagramadas desde una estrategia de “guerra psicológica”, sabe y conoce perfectamente que en Colombia las organizaciones político- militares nacieron hace varias décadas y que nunca han tenido nada que ver con la mafia ni con el narcotráfico. Por lo tanto, si en Colombia, a pesar de las innumerables campañas militares de exterminio contra el pueblo desarrolladas por varios gobiernos formalmente “constitucionales”, desvergonzadamente financiados por EEUU, continúan desarrollándose diversas formas de protesta popular (desde la movilización estudiantil, la huelga obrera, la protesta sindical urbana, la rebeldía indígena, las ligas agrarias y campesinas hasta las luchas guerrilleras, eso no responde a ningún “complot” de unos monstruos irracionales o delirantes. Para comprender la historia de América Latina hace falta dejar de lado la deformante estética de Hollywood y su eterna “conspiración” internacional de monstruos malditos que pretenden acabar con la vida apacible de las familias norteamericanas. Colombia es parte de nuestra América. Allí proliferan diversas formas de lucha popular. Los sectores progresistas y honestos, que no ceden al chantaje de la maquinaria de guerra psicológica del Comando Sur del Ejército norteamericano y sus organismos de inteligencia, no sólo no deberían demonizar esas luchas sino que, en mi modesta opinión, deberían apoyarlas.

¿Cómo debe enfrentarse hoy el terrorismo de Estado y el intervencionismo imperialista?

En primer lugar llamando a las cosas por su nombre. Cuando intervienen los norteamericanos no estamos frente a la “defensa de los derechos humanos” sino frente a una intervención imperialista. No se meten en los demás países en nombre de la “racionalidad liberal” para enfrentar el fundamentalismo. Lo hacen para defender sus intereses, imponiendo por la fuerza su “american way of life” y sus negocios. En segundo lugar, cuando el Estado de cualquier país de América latina utiliza sus instituciones permanentes, formadas por decenas y centenas de miles de personas profesionales y entrenadas, que estudian cómo vigilar, cómo pegar, cómo reprimir, cómo matar, cómo asesinar, debemos llamar las cosas por su nombre. Eso no es “seguridad”. Eso es represión. Eso es violencia de arriba. Eso no es “democracia”, eso es terrorismo. Debemos poner fin a la legitimación de la violencia de arriba contra el pueblo. Para enfrentar la violencia de los Estados y la intervención del imperialismo todas las formas de rebeldía, resistencia y solidaridad popular son legítimas. Desde las grandes campañas de repudio, las movilizaciones a las embajadas yanquis, las huelgas, las protestas y también la resistencia armada. La violencia de los pueblos es una justa respuesta a una violencia sistemática implementada contra los pueblos. ¿Quién dijo que la única violencia legítima es la que se ejerce para mantener y reproducir el capital?

¿Tiene alguna opinión sobre el debate en torno a las FARC y la lucha armada que recientemente ha tenido lugar entre el comandante Fidel Castro y el sociólogo James Petras?

Esa es una pregunta sumamente difícil, debo reconocerlo. Me resulta difícil opinar, porque el tema es complejo y porque además me siento muy vinculado a ambos polemistas. En el caso de Fidel, no sólo le tengo una admiración personal y un cariño que no puedo ni quiero disimular. Además lo considero un maestro. No mío, sino de varias generaciones de revolucionarios de nuestra América. Así lo he expresado en varios artículos publicados en Cuba, en Venezuela y en Argentina. También lo he condensado en un libro dedicado a la biografía de Fidel (titulado Fidel para principiantes, texto por el cual pasé años leyendo y estudiando los discursos de Fidel y muchísima bibliografía sobre su vida y sobre historia de la revolución cubana). Tuve el inmenso honor de conocerlo personalmente en el año 2001 y de conversar largamente con él. Una experiencia absolutamente inolvidable que me sigue emocionando cada vez que lo recuerdo. Realmente le tengo mucho cariño a Fidel. Lo digo sin diplomacia alguna. Es lo que sinceramente siento y lo que pienso. Siempre he defendido a Cuba y a su revolución socialista y lo seguiré haciendo.

En el caso de James Petras, también lo conozco personalmente desde hace aproximadamente 15 años, desde una visita suya a la Argentina. He estado junto a él varias veces en La Habana y en Caracas. James ha sido siempre muy valiente. En los años ’90, cuando todo el mundo se hacía neoliberal o socialdemócrata, Petras seguía denunciando al imperialismo y la domesticación de los intelectuales “aggiornados”. Me consta que Petras siempre ha sido un defensor sincero de la revolución cubana. Pero no de manera hipócrita, para que lo inviten a eventos y grandes hoteles, sino por convicción. Petras tiene un estilo muy confrontativo en las polémicas, es ácido, es irónico (maneja la ironía no sólo en inglés sino también en español, lo cual es difícil ya que no es su lengua). A veces el estilo sumamente hiriente de Petras lastima, ofende o molesta (lo cual no siempre es lo mejor, si lo que se busca es convencer al otro), pero muchas veces, detrás de ese estilo discutible, hay verdades fuertes y muy buenas fundamentaciones. Recuerdo sus polémicas de los años ’90 y sus impugnaciones ácidas de quienes pretendían dejar de cuestionar al imperialismo.

He leído algunas partes de la polémica. No estoy seguro de haberla leído en forma completa, quizás haya intervenciones que me faltan consultar.

Lo primero que podría decir, remarcando una vez más la complejidad del problema abordado y lo difícil que me resulta opinar al respecto, es que es muy saludable que haya polémica entre los revolucionarios. Si hay polémica es porque el marxismo está vivo y la revolución está viva. Si hay polémica es porque el pensamiento radical —allí se ubican tanto Petras como Fidel— no ha muerto y sigue dando batallas. ¡Bienvenida entonces la polémica fraternal entre compañeros y hermanos de la misma causa!

En segundo término, agregaría que Fidel había expresado esa opinión sobre la posible caducidad de la lucha armada ya antes de la muerte del comandante Marulanda. En los últimos años Fidel vino dos veces a la Argentina, si no recuerdo mal. Una vez estuvo en Buenos Aires, otra en Córdoba. Junto con miles y miles de jóvenes, fuimos a los dos actos. No me los podía perder. Escuchar a Fidel es un privilegio. Compartí gran parte de lo que dijo. Pero debo confesar, para ser sincero, que no me gustó nada cuando expresó que la lucha armada era cosa del pasado. No me pareció una formulación feliz, sobre todo tomando en cuenta que su auditorio no era el de viejos nostálgicos que recordaban los años ’60 (aunque también había ese tipo de público) sino jóvenes que comenzaban a realizar sus primeras experiencias políticas luego de la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre de 2001. Jóvenes que hoy piensan cómo organizar fuerzas sociales revolucionarias en Argentina. Muchas veces, corrientes reformistas o populistas, mayoritariamente institucionalistas e incluso cooptadas por el Estado y los partidos burgueses, nos han replicado en Argentina “lo de ustedes está bien, pero es romántico, viejo y antiguo, acuérdense de lo que dijo Fidel cuando vino…”. Esa formulación desafortunada de Fidel, poco justificada y hasta incomprensible si la analizamos desde la óptica de los movimientos populares (no desde la lógica estatal de la diplomacia o la razón de Estado), sirvió para legitimar al gobierno de Kirchner y también para impugnar cualquier opción de cambios de fondo, radicales y revolucionarios, en nuestro continente. Aun siendo absolutamente defensores de la revolución cubana, con la cabeza y con el corazón, con la militancia y con las ideas, en los libros y en la militancia de la vida cotidiana, esa formulación de Fidel no nos ayudó ni nos ayuda.

¿Acaso desapareció la salvaje política de “seguridad” (léase represión) de las burguesías criollas (burguesías lúmpenes las denominaban Ruy Mauro Marini y André Gunder Frank) en América Latina? ¿Ya no hay violencia de arriba contra nuestros pueblos en nuestro continente? ¿Se puede cambiar el mundo sin revolución (como propone por ahí John Holloway…)? ¿Puede haber acaso revolución sin confrontación social, sin ejercicio de la fuerza material y sin grandes choques de clase? ¿Se puede recuperar para el pueblo lo que las burguesías y el imperialismo históricamente le expropiaron sin enfrentar por todos los medios posibles al Estado burgués y sus instituciones de represión?

Las respuestas, a mi modo de comprender, no son positivas, sino todo lo contrario. ¡Sin revolución no podremos expropiar a los grandes ricachones, resistir al imperialismo, defender nuestros recursos naturales y sociales, hacer respetar a nuestras patrias ni construir el socialismo! Recuerdo y traigo a colación el testimonio del embajador norteamericano —hombre siniestro de la CIA— en el reciente documental Salvador Allende. Recordando lo que sucedió en Chile, este cínico agente de la CIA en Santiago, organizador y ejecutor del nacimiento a sangre y fuego del neoliberalismo a escala mundial en septiembre de 1973, declaró ante las cámaras de ese conocido documental lo siguiente (cito de memoria): “Ninguna clase social se suicida. ¿Qué querían inventar? Esto ya lo demostró Lenin”. Como dicen los abogados: a confesión de parte, relevo de pruebas. Si los imperialistas lo reconocen…

Fidel lo sabe mejor que nadie. Basta consultar sus formidables discursos tras la muerte de su entrañable amigo y compañero Salvador Allende… ¿no vamos a aprender nada de aquella experiencia? Hoy en Bolivia, en Venezuela, en Colombia y en varios otros países vuelve a plantearse de manea urgente el problema. Nuevamente proliferan las ilusiones sobre la supuesta “neutralidad profesional de las Fuerzas Armadas” en Bolivia y en otros países. Es cierto, nunca se repite la historia, pero debemos aprender de ella.

En tercer lugar, se alega que “ya no hay condiciones para la lucha armada”. ¿Es cierto esto? Quizás pudo haber sido cierto en los años 90, cuando proliferaba y reinaba el neoliberalismo más furioso y agresivo (aun así en aquellos años —1994, si no recuerdo mal, apenas cinco años después de la caída del muro de Berlín— los zapatistas patearon el tablero, fusil en mano, y comenzaron a desmontar la euforia neoliberal, acompañando de este modo la persistencia irreverente y por entonces solitaria de la insurgencia colombiana). Pero en el siglo XXI queda claro que la situación ha cambiado. No se puede ocultar. Hoy hay un giro hacia la izquierda en todo el continente. Ya no estamos en los 90. Por el lado revolucionario o por el lado reformista, los “neoliberales clásicos” retroceden. Gracias al comandante Hugo Chávez y la revolución bolivariana, hoy se vuelve a discutir el socialismo (palabra prohibida en los 90…) en la agenda latinoamericana. Hoy hay nuevas generaciones que van para adelante, dejando atrás el pesimismo y la resignación de los 90. Además actualmente el imperialismo sufre una crisis tremenda, lejos estamos de la euforia de Francis Fukuyama que vaticinaba el reinado indiscutido y eterno de los EEUU.

¿Por qué decir entonces que “no hay condiciones”? ¿Por qué seguir repitiendo un latiguillo de los años 90 cuando la situación cambió de forma tan notable? Solo se podría explicar por la lógica diplomática y la razón de estado. ¡Pero es que el mismo Fidel ha sido el gran maestro que nos enseñó a despreciar esa lógica impulsando el internacionalismo militante en las épocas más oscuras! ¡De él y del Che lo hemos aprendido! ¿Por qué abandonarlo y subordinarse a la razón de estado y las conveniencias geopolíticas o diplomáticas?

Incluso, pienso, si no hubiera condiciones… ¿no habría que intentar crearlas? ¿No fue la revolución cubana la gran maestra que nos enseñó que no debemos arrodillarnos ante el culto ciego y fanático de “las condiciones objetivas” (tan cultivadas por los manuales del marxismo ortodoxo de la antigua Unión Soviética, cuestionados ácida y más que justamente por Fidel y el Che)?

En cuarto lugar, emerge la cuestión de la hegemonía. A esta altura de la historia, ya está bien claro que el capitalismo no se cae solo. ¡Basta ya de catastrofismo determinista y economicista! Por más crisis económica que haya (incluso ante una crisis tremenda como la actual, sólo comparable con la de 1929), el sistema del capitalismo no se derrumba si no hay organización, construcción de fuerza social y empuje popular que lo voltee y lo tumbe. La teoría de la hegemonía de Antonio Gramsci nos resulta de una actualidad abrumadora. Ganar mentes, corazones y espíritus —es decir, dar la batalla en el terreno de la subjetividad popular— es la gran tarea. Fidel lo ha comprendido de manera clara y diáfana. Es un maestro. Lo denomina con la terminología de José Martí, batalla de las ideas. Es la lucha por la hegemonía. Está muy bien. Nada más urgente en la época de la imagen y los grandes multimedias de la (in)comunicación.

Ahora bien. La batalla de ideas y la lucha por la hegemonía, urgentes, impostergables, insustituibles, no excluyen ni cancelan la violencia revolucionaria. Antonio Gramsci era muy claro cuando nos enseña que hegemonía es la combinación de consenso y violencia. Nunca hay consenso puro, como tampoco existe violencia pura. Siempre hay una combinación de ambos. Ni el régimen más despótico (pensemos en Pinochet o Videla) desestimó la construcción del consenso. Ni los regímenes más “pacíficos” (pensemos en Suecia o Noruega, paraísos añorados por todo socialdemócrata que se precie de tal) cancelan la violencia. ¿El político socialdemócrata y pacifista Olof Palme falleció de muerte natural? ¿En Francia no hay servicios de inteligencia? ¿No hay policía en Alemania ni grupos de choque antidisturbios? ¿En el estado español no se tortura y no se reprimen las manifestaciones?

Todo proyecto revolucionario en nuestra América debe combinar la batalla de las ideas, la lucha por la nueva hegemonía, la creación de consenso con la estrategia de confrontación y el manejo de todas las formas (actuales o potenciales según el país) de lucha. Prepararse en todos los terrenos es la gran tarea del momento.

En cuarto lugar, se habla de la insurgencia colombiana y se le aconseja que la lucha armada ya no tendría vigencia. Eso fue lo primero que dijo Fidel. Respondiendo a las críticas que recibió, aclaró más tarde que no deberían entregar las armas, aunque la idea en cierto modo rondaba la polémica, por eso tuvo que aclarar, sino no hubiera hecho falta.

Preguntémonos entonces: ¿deberían entregar las armas? ¿A nombre de qué? ¿Las guerrillas deben rendirse? ¿Es que acaso ya hay garantías democráticas, participación popular, nivel de vida digno para los humildes, respeto a la mujer, defensa del medio ambiente y soberanía completa para el pueblo colombiano? ¿Se acabaron los paramilitares? ¿Ya no hay presos políticos en Colombia? ¿Todos los torturadores, violadores y asesinos de la motosierra han sido juzgados y encarcelados?

¿Por qué exigirle a la guerrilla que se arrodille sin condiciones? ¿Nos olvidamos de los 5000 asesinados de la Unión Patriótica, cuando las FARC intentaron una salida política y los aniquilaron como moscas ante el silencio cómplice de gran parte del progresismo ilustrado y bienpensante? ¿Alguien le pide al ejército colombiano, por ejemplo, que deposite todas sus armas en una plaza de Bogotá? Cualquier persona con sentido común lo vería como un despropósito. ¿No es cierto?

La legitimidad de la insurgencia colombiana no se puede anular por decreto. Además, la mejor manera de que los yanquis no enfoquen toda su energía represiva y contrarrevolucionaria sobre el heroico pueblo cubano que tan valientemente ha resistido durante tantos años al bloqueo, es que se mantengan las actuales resistencias antimperialistas (Colombia, Palestina, Irak, Afganistan) y surjan incluso nuevas resistencias. Que la insurgencia colombiana —especialmente las FARC— siga existiendo y desarrollándose es la mejor garantía para que la Venezuela bolivariana no sea cercada por el títere del los yanquis Uribe y así pueda profundizar su proceso. Que sigan existiendo las FARC es la mejor garantía para que los yanquis tengan que dispersar sus fuerzas ayudando de este modo a que la Cuba de Fidel se mantenga firme sin ceder un milímetro, como siempre lo ha hecho. Esa era precisamente la estrategia del Che en su “Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental”: multiplicar las luchas para dispersar la fuerza del enemigo. Hoy no es Vietnam sino Colombia, Palestina, Irak, el país vasco y Afganistán. La estrategia del Che sigue siendo actual y pertinente, adaptada a nuestra coyuntura.

¡La mejor defensa de Cuba hoy pasa por la continuidad de las luchas sociales radicales, sindicales, campesinas, estudiantiles y político-militares, contra el capitalismo y el imperialismo en toda América Latina, incluida la resistencia armada de los guerrilleros y las guerrilleras colombianas! Flaco y delgado favor le harían a Cuba si las FARC abandonaran la lucha armada, según mi modesta opinión.

En quinto lugar, considero un error —producto de toda exageración que suele acompañar a las polémicas— contraponer las virtudes de Marulanda por sobre el Che, como por momentos deja sugerir uno de los escritos de Petras. ¿Hay que elegir entre uno y otro? Sinceramente no lo creo. Ernesto Guevara y Manuel Marulanda son dos de los grandes símbolos de lo mejor que produjo nuestro continente. La juventud de todo el mundo (incluida la cubana y la argentina) debería aprender de ambos, no de uno u otro. Fidel es también otro de esos maestros, aunque se pueda disentir fraternal y respetuosamente con él en una opinión puntual.

El gobierno colombiano vaticina el ocaso definitivo de las FARC. ¿Es realista ese diagnóstico?

Reitero que no soy colombiano y que tampoco aspiro a ser un inspector de otras realidades. Sin embargo, por lo poco que conozco, esos vaticinios triunfalistas ya son habituales y hasta “folclóricos” en Colombia, donde diversos gobiernos anunciaron la muerte de Marulanda una cantidad innumerable de veces, durante décadas, muchísimo antes de su reciente fallecimiento. Esos vaticinios dan risa y provocan la sonrisa. Lo mismo hacía el tirano Somoza, poco antes de ser derrocado por la insurgencia sandinista. Somoza decía “son unos forajidos, ya los tenemos derrotados” escaso tiempo antes de caer. Yo no compraría “carne podrida”, como suelen decir los periodistas en Argentina (esto es: información falsa carente de veracidad). La derrota terminal, ocaso final y disolución de la guerrilla de las FARC tiene más que ver con los deseos de los narco guerreristas y toda la política mafiosa de un gobierno ilegítimo (cuestionado por la Corte Suprema de la justicia colombiana) que con la verdad histórica. En cuanto a la delirante y macartista acusación del gobierno colombiano y de su patrón yanqui, quienes acusan a las FARC de ser un grupo “terrorista” me limito a recordar el análisis del libro del brillante intelectual estadounidense Noam Chomsky Estados canallas (editorial Paidos) quien demuestra en forma contundente y demoledora que las FARC no son terroristas, narcos ni nada parecido.

¿La crisis financiera del capitalismo coincide con el fin de las FARC?

La crisis financiera recién comienza. Es más que probable que se profundice. Hasta los periódicos más conservadores y neoliberales así lo vaticinan. Nada tiene que ver ese fenómeno del capitalismo con una supuesta derrota de las rebeliones y rebeldías populares, incluyendo dentro de estas últimas la lucha de la insurgencia colombiana de las FARC. Mientras que el capitalismo está en crisis, las rebeldías aumentan y crecen, acompañadas de nuevos sujetos sociales que comienzan a luchar (el caso de los indígenas colombianos es muy expresivo en este sentido). Por lo tanto, esa supuesta coincidencia no es tal, desde mi punto de vista.

Algunos sectores de la izquierda consideran que las FARC deben terminar con la lucha armada y entregar a todos los prisioneros de guerra sin condiciones. ¿Qué opina al respecto?

Lo deseable sería que todos los seres humanos vivieran en el planeta Tierra de manera armoniosa y pacífica. ¿Quién puede desear lo contrario? Sólo un loco o un perverso. Pero lamentablemente vivimos desde hace milenios en sociedades divididas en clases sociales, con explotadores y explotados, con gente que ejerce el poder y gente que se resiste. Mientras existan clases sociales antagónicas habrá contradicciones y confrontaciones, habrá luchas de clases. La modalidad más alta de esas confrontaciones sociales, según Antonio Gramsci, son las guerras civiles. Lenin —disculpas por citar a alguien tan vigente y tan demonizado… pero ya es hora de comenzar a recuperar todo lo que perdimos en el terreno teórico durante los últimos 25 años— consideraba que las guerras civiles se desarrollan no entre unos pocos locos sueltos, de un lado, y todo el pueblo del otro lado, sino entre dos partes del pueblo. Las guerras civiles de verdad, no la de los pizarrones y los libros de epopeya o las películas de Hollywood, se despliegan y tienen lugar entre dos partes del pueblo. En esas guerras, en esas confrontaciones de clases, en esas luchas de clases aparece el problema de los prisioneros. No puede apelarse a un falso e hipócrita humanitarismo estilo de la ONU o el Vaticano, poniendo en un lado a “víctimas inocentes y virtuosas” y en el otro lado, a “guerrilleros monstruosos” representantes del “eje del mal”. Esa imagen macartista y maniquea que lamentablemente han logrado instalar muchos monopolios de (in)comunicación resulta insoportable y sinceramente provoca nauseas.

Además, en mi país todo el mundo comentó que cuando apareció ante los medios de comunicación la señora Ingrid Betancourt aparecía rozagante y luminosa. Nada tenía que ver la propaganda de una mujer maltratada, al borde la muerte. Parece que mal no la trataban los insurgentes para que apareciera de la noche a la mañana casi como una modelo televisiva. ¿no es cierto? Eso me lo comentó mucha gente en Argentina, incluso gente que no es de izquierda ni simpatiza con el socialismo. Se trata de una evidencia de sentido común.

Entonces, el problema de los prisioneros y las prisioneras debe analizarse desde el ángulo de la lucha de clases del pueblo contra los explotadores, eludiendo el falso atajo de la CNN y otras agencias similares que manipulan la verdad y construyen lo que ellos quieren para convencer a millones.

Nunca entendí porqué las FARC deberían entregar a los prisioneros militares (colombianos o yanquis que hoy participan y actúan en la guerra civil colombiana) a cambio de… ¡nada!. ¿De nada? ¿No hay prisioneros insurgentes en las cárceles de Colombia? ¿Nadie se enteró que hay más de medio millar de combatientes presos en las peores condiciones inimaginables? El propio gobierno de Uribe se vanagloria públicamente de haber apresado durante su primer gobierno nada menos que 150.000 (ciento cincuenta mil) civiles, muchos de ellos acusados de supuestos “vínculos con las FARC”. ¿Por qué nadie habló durante la crisis del caso Betancourt de las presas políticas del pueblo violadas en las mazmorras del régimen de Uribe? Hubo muchas misas hipócritas (a una de ellas asistió la presidente argentina Cristina Kirchner, dicho sea de paso…). Misas y velas que pedían la libertad de un solo bando. ¿El humanitarismo ve de un solo ojo? ¿Es un humanitarismo tuerto? ¿Por qué no hacían misas por las prisioneras políticas torturadas y violadas? ¿No existen? Eso sólo se explica por la hipocresía de una moral burguesa (falsamente religiosa) que, repito, sencillamente da nauseas y ganas de vomitar.

Muchos movimientos actuales plantean siempre la unidad. ¿Cuáles serían en su opinión los pasos prácticos hacia ese objetivo?

La unidad es impostergable. Pero no unidad con los poderosos, no unidad con la burguesía, sino unidad de las rebeldías, unidad de la izquierda social, la izquierda política y la izquierda insurgente. Las tres son dimensiones de una misma batalla antimperialista y anticapitalista. Los pasos concretos podrían ser construir una agenda mínima de movilizaciones a nivel continental contra el imperialismo, por la defensa de los recursos naturales, por la defensa de los presos políticos del pueblo. Unidad concreta entre las coordinaciones de la Vía Campesina, la Coordinadora Continental Boliviana, el Encuentro Cono Sur y otras experiencias de articulación a nivel latinoamericano.

Desde la Coordinadora Continental Boliviana existe una propuesta de crear el Movimiento Bolivariano. ¿Cómo valora esa iniciativa?

Creo que es una propuesta interesante. Puede ayudar a confluir en el gran torrente de la lucha contra los poderosos del norte, porque el nuevo gobierno de Obama continuará aplastando y dominando a nuestros pueblos. Debemos prepararnos para enfrentar a un imperio con cara “multicultural”, presidente negro, generales gays, torturadoras mujeres… Construir un movimiento bolivariano donde converjan diversas rebeldías puede ser un paso importante hacia la unidad antimperialista continental.

¿Qué opina de constituir el 26 de marzo como día universal del derecho a la rebelión armada?

Si no estoy mal informado esa fecha ha sido elegida por la muerte del comandante Manuel Marulanda Velez. Creo que es una buena elección. Recordemos que el 8 de marzo fue elegido por la revolucionaria comunista Clara Zetkin como día universal de la mujer. Tal esta nueva fecha se transforme con el tiempo en una fecha emblemática…

¿Que le dicen estos tres nombres: Bolívar, Marulanda y Che?

Los tres sintetizan la historia de nuestra América. Bolívar, junto a San Martin, Tupac Amaru, Bartolina Sisa y Toussaint de Louverture, sin olvidarnos de Artigas, Mariano Moreno ni de Manuel Rodriguez, entre muchísimos otros, expresa el momento de la primera independencia americana. El Che sintetizó el momento más alto, a nivel mundial, de la rebelión por la segunda independencia. Manuel Marulanda, tan demonizado, tan injustamente “olvidado”, pero al mismo tiempo tan admirado por sus compañeros y compañeras, es el nombre que sintetizó la continuidad de la lucha revolucionaria del Che en tiempos de neoliberalismo, posmodernismo, socialdemocracia y contrainsurgencia “democrática”. Todos esos nombres son grandes maestros, espejos donde deberían mirarse las nuevas generaciones de jóvenes rebeldes. ¡Ninguno de ellos ha muerto! Todos están vivos, nos acompañan día a día en las nuevas rebeliones del siglo XXI por la Patria grande, la lucha antimperialista, el hombre nuevo, la mujer nueva y el socialismo.

martes, 16 de diciembre de 2008

Martti Ahtisaari - Premio Nobel de la Paz 2008: el hombre que apoyó la invasión a Irak - Por Cristina Castello

Lo llaman «Papá Mumin» por su parecido con un corpulento personaje de la familia Moomins, de cuentos y cómics escandinavos. Martti Ahtisaari recibirá la recompensa, equivalente a 1.4 millones de dólares en coronas suecas, el próximo 10 de este diciembre; y el 11 gozará de una fiesta que reunirá al Jet Set, en su honor.

¿No será hora de cuestionar este galardón, el Premio Nobel de la Paz? Los motivos abundan: estuvo nominado Georges W. Bush, por ejemplo. Sí. El mismísimo, a quien gran parte de los estadounidenses quieren juzgar por crímenes contra la humanidad. ... justamente él, el adalid de la paz.

¿Y qué tal si pensamos en Alfred Nobel, el padre del premio? Primero inventó la dinamita y otros explosivos que sirvieron a fines militares: la balistita o pólvora sin humo, por caso. Pobló a la humanidad de municiones, y con el rédito de sus inventos colmó su vida: hizo una fortuna colosal. Pero antes de morir quiso lavar su culpa, y creó este y otros laureles que llevan su nombre: para literatura, medicina, física y química. «Ahí anda el artesano del desprecio, implorando el amor del despreciado» (Pablo Neruda).

Sin embargo, el mundo acepta la curiosa expiación de Alfred Nobel, y aplaude sus premios.

«Papá Mumin» había dicho que le hubiera sido más fácil ganar la lotería que obtener este reconocimiento. ¿Será que el ansiado Nobel de la Paz se juega a los dados que tira el Poder, según convenga a sus designios? De cualquier manera, este premiado tiene méritos, aunque también... Ya se verá.

Martti fue presidente de Finlandia entre el ’94 y el 2000 y acumula tres décadas consagradas a la mediación y resolución de conflictos en el planeta. Como comisionado y enviado especial de la ONU, su logro mayor fue haber supervisado la independencia de Namibia en 1990, causa por la cual luchó durante trece años. Además, atesora como éxitos su tarea como mediador en la guerra entre la OTAN y Serbia —donde no lo quieren ni un poquito—, y, muy especialmente, la supervisión del acuerdo de paz en el prolongado conflicto en la región indonesia de Aceh. Gracias a sus oficios, lo firmaron las partes beligerantes el 15 de agosto de 2005 en Helsinki y con él como testigo.

Sus ojos celestes nacieron en Viipuri, hoy Viborg, ciudad de la ex Unión Soviética; si naciera ahora sería ruso. Hijo de un suboficial del ejército, sufrió desde los dos años —en 1939 era casi un bebé— las consecuencias de la guerra entre la entonces URSS y Finlandia, que terminó en el ’44. Después quiso ser maestro, se graduó en la Universidad de Oulu y partió hacia el servicio militar obligatorio. Pero él no podía ser uno más. Entonces salió de allí, pero no como todos, sino con el grado de capitán. Siempre atento a los asuntos de comercio e industria de los países llamados «en vías de desarrollo», formó parte del Comité Asesor del gobierno finés.
«Papá Mumin» —gesto siempre adusto— es persona de costumbres simples. Cuando fue presidente por la socialdemocracia de su país, todo lo que tenía un tufillo ceremonioso le molestaba, y por eso y sin proponérselo, resultaba tan gracioso como su personaje de historieta. Fue el hazmerreír de la prensa cuando se cayó dos veces al suelo durante recepciones oficiales y elegantes. No soportaba el frac, y los zapatos de charol le eran demasiado estrechos; el golpe era tan inevitable como lo fueron sus heridas en la nariz.

«El hipopótamo», lo llaman también así, sonríe serio y feliz... fiel a su estilo, a pesar de todo. Tiene humor y sigue enamorado. Se casó con la historiadora Eeva Irmeli Hyvärinen en el ’68. Cuarenta años de amor, que los hicieron recibir juntos la noticia de la lotería, del juego de dados, o el Premio Nobel de la Paz, según se vea.

El hijo de ambos, Marko, nació en 1969. Altísimo ejecutivo empresarial de telefonía móvil. De una multinacional. Y es también músico reconocido: su padre lo educó en la Universidad de Columbia, en los USA.



Curioso carnaval:

«Papá Mumin» o la cara de la indignidad



Defensor de la causa de Palestina y el Líbano, la posición de Ahtisaari con respecto a Irak fue, en cambio, francamente indigna. En 2003 encabezó un equipo que evaluó las condiciones de seguridad para el personal de la ONU en Irak, tras la ocupación anglo-norteamericana. En aquel momento, fue favorable a la invasión. No compró el argumento mentiroso de las supuestas armas de destrucción masiva que dieron la excusa a Bush para atacar; pero justificó su defensa en los crímenes y violaciones a los derechos humanos cometidos por Saddam Hussein.

En una palabra: el flamante Premio Nobel de la Paz invocó la defensa de la vida para apoyar la muerte: los crímenes de lesa humanidad que cometerían el Imperio y su aliado británico.

En enero de 2007, el hoy flamante premiado había presentado su plan de paz, incluida una propuesta de «soberanía limitada», para Kosovo; y esa independencia que ayudó a conseguir, lo enorgullece, a pesar de las reticencias de países como España y Grecia; y del rechazo por parte de Serbia, Rusia y Cuba. El embajador ruso ante la OTAN, Dimitri Rogosin, se mostró francamente molesto por el Nobel para Ahtisaari y, como muchos otros, interpretó que su plan para Kosovo no hizo más que perjudicar a Serbia.

De todos modos, Ahtisaari parece estar más allá de las críticas. A los 71 años se regocija porque su rostro será inmortalizado en un sello de correos de alrededor de un dólar, en moneda finesa, mientras espera la gran fiesta en honor de su premio.

En Oslo, la capital noruega, los ricos y famosos

—pero sobre todo los poderosos— le rendirán homenaje durante una celebración que comenzará con un concierto y donde no faltará ni el mayordomo de Batman. Precisamente, el presentador será Michael Caine —quien desempeñó ese papel en el reciente filme El caballero negro—, junto a la actriz norteamericana Scarlett Johansson; y entre otras stars, desfilarán por el escenario Diana Ross, la mexicana Julieta Venegas, la cantautora canadiense Leslie Feist y el cantante de country Dierks Bentley.

Claro que el día anterior Martti Ahtisaari habrá embolsado el dinero del premio que, según ha dicho, le servirá para fortalecer la CMI, su ONG; se trata de la «Iniciativa para la Gestión de Conflictos», creada en el año 2000 para apoyar los esfuerzos de la comunidad internacional para prevenir y resolver crisis de seguridad en diversas áreas del mundo. Tal, la declaración de principios; pero según el diario ruso «RBC Daily» esta empresa es un verdadero negocio que le reporta grandes beneficios... ¿Qui sait?

Desde 1901, fecha de la entrega de los primeros premios del arrepentido creador de explosivos de muerte, Alfred Nobel, la nómina de los ganadores es —por lo menos— discutible. Es verdad que entre los premiados, muchos hicieron honor a aquellas palabras de Erich Fromm según las cuales el corazón de hombre nunca deja de ser humano. Albert Schweitzer, Linus Carl Pauling, Martin Luther King, la Madre Teresa de Calcuta, o los latinoamericanos Rigoberta Menchú y Adolfo Pérez Esquivel.

Pero también, en una suerte de carnaval perverso, recibieron el galardón hombres cargados de sombra y muerte. Entre ellos, Theodore Roosevelt (no confundir con Franklin Delano Roosevelt), Henry Kissinger, Shimon Peres y Menachem Begin. Según Gabriel García Márquez, Begin —a quien con razón comparó a Adolf Hitler— debería haber merecido el «Premio Nobel de la Muerte».

Martti Ahtisaari, la figura viviente de «Papá Mumin», se lleva el premio en momentos en que el planeta padece más que nunca la mundialización de la miseria, la violencia y el desamparo. El día de su fiesta, mientras El caballero negro se verá en todas las pantallas del mundo, brindará con Michel Caine, el mayordomo de Batman, por su Nobel de la Paz. Y pues la crisis de la Tierra toda se acrecienta cada día, palpitarán también con más fuerza, las palabras de Martin Luther King en 1963: «Tengo un sueño». La libertad, la justicia, la paz.



http://www.cristinacastello.com

Poeta y periodista

castello.cristina@gmail.com

* Este artículo se puede reproducir libremente a condición de respetar su totalidad y mencionar a la autora

Nuestra Bandera


Estandarte de lucha obrera y comunitaria para la unidad de los pueblos del mundo.

Unidos!

lunes, 15 de diciembre de 2008

Certificado de Talleres HLE - Periodismo a distancia A cargo de Hernán López Echagüe

No queremos dejar pasar por alto informarles que queremos mejorar la calidad de nuestro trabajo y acción en los medios dedicandole el tiempo necesario y la elaboración de la revista en caracter técnico. Por eso consideramos que debemos aprender mucho día a día y educarnos para brinderlas un buen resultado asi que hemos tomado cursos y a continuación publicamos la certificación de que estamos superandonos permanentemente:


Talleres HLE
Periodismo a distancia
A cargo de Hernán López Echagüe

Certificado

A través del presente certifico que Emanuel Soverchia realizó
durante el año 2008, y de modo satisfactorio, el taller de crónica
periodística que dirijo.

El taller consiste en prácticas de escritura de los diversos segmentosque confluyen en la construcción de la crónica: la descripción; el relato cronológico de un suceso; la importancia de la oralidad; el arte de glosar; el empleo acertado de la entrevista, entre otros.
Además de lecturas y orientación sobre técnicas y recursos
narrativos.

Hernán López Echagüe
00598-544-7372

Nueva Palmira, Colonia, Uruguay, 14 de diciembre de 2008
Talleres HLE: Tacuarí 344, 6º B, Ciudad de Buenos Aires.
Tel: 4342-5963 / giussani.laura@gmail.com

sábado, 13 de diciembre de 2008

Equipo de trabajo en el taller de redacción de revista Unidos!





Equipo de producción y dirección de revista Unidos!

Editorial: La insoportable binariedad del ser (capitalistas)



Dedicamos el vigésimo número de dialéktica a quienes luchan cotidianamente

contra el capitalismo, contra la forma-Estado y a favor de la propiedad común

de los medios de producción en manos de los trabajadores.

1. En dialéktica hacemos filosofía y teoría social. No periodismo. Por ello, y en relación a los acontecimientos en danza de los últimos meses en este país, consideramos que es fundamental abrir la discusión más que clausurarla, pensar lo que acontece más que definirlo. Y el conflicto al que estamos aludiendo, un conflicto que suele identificarse como un enfrentamiento particular entre «el Campo» y «el Gobierno», está definido. Doblemente definido. Ora como la legítima autodefensa del principal sector «productivo» del país frente a los embates de una administración populista, corrupta y confiscatoria. Ora como la resistencia antidemocrática opuesta por elementos oligárquicos, conservadores y hasta golpistas a las «reformas» de una gestión progresista.

La vasta mayoría del conocimiento y de los posicionamientos producidos en torno a los recientes acontecimientos se ha mantenido al interior de esas definiciones. Asimismo no ha habido –hasta el momento– expresiones significativas (ya fueran prácticas o teóricas) de autonomía o «independencia de clase» frente al Capital, en relación a los medios y los fines de los dos sectores en pugna. Más puntualmente: la mayor parte de las izquierdas, de los movimientos sociales y de los/as trabajadores/as[1] (en virtud acaso de su falta de organización y «conciencia») acudió a ocupar un lugar junto a alguna de las fracciones del Capital enfrentadas entre sí.

Nosotros/as, en cambio, estamos convencidos de que esa disyunción que se presenta como exclusiva y exhaustiva es falsa. Pensar –creemos– sería abandonarla. Pero no para admitir una de las alternativas que propone y desechar la otra, sino para superarla en todo su poder de restricción, cooptación y definición. Con el fin de contribuir a tal superación convocamos a una reunión pública y abierta en la que pusiéramos en crisis no sólo las posiciones ideológicas que mostró la coyuntura, sino también las propias posiciones de los integrantes de dialéktica. Para ello hicimos circular una invitación a la cual adjuntamos una serie de documentos producidos por integrantes del colectivo de trabajo de esta revista, con miras a discutir no sólo entre nosotros/as sino con todos/as aquellos/as que tuvieran una posición respecto al conflicto de marras. El debate producido en esa reunión pública y abierta nos permitió ampliar y enriquecer nuestro repertorio de herramientas conceptuales. Se trataría, pues, de liberar a los acontecimientos en danza de la circunscripción a dos opciones particulares que agotarían totalmente la cuestión, de arrancar el carácter universal de esos acontecimientos de la disyunción exclusiva que pretende delimitarlos. En pocas palabras, se trataría de cuestionar las definiciones en vigor, oponiéndoles otras un poco más amplias.



2. Los medios masivos de formación de opinión y los analistas progresistas, haciendo uso y abuso de un pensamiento binario prístinamente burgués, pretenden hacernos creer que la categoría de política ha sido repuesta, tras varios años de descrédito, por ambas partes del conflicto en curso. Claro que por «política», tanto unos como otros (para discutir hay que estar de acuerdo), no han entendido hasta hoy más que la gestión de lo existente. Y claro que, desde ese punto de vista, resulta insostenible considerar que en los años '90 faltaba política y ahora sí la hay.[2] Nosotros/as proponemos, para empezar, una definición mucho menos restrictiva: la política sería la actividad de transformación –en sentido emancipatorio– de las relaciones sociales vigentes. En el suelo de la economía, nuestra propuesta podría expresarse así: la discusión actual, reducida a dos modelos alternativos de «distribución», podría ampliarse hasta incluir al propio sistema de acumulación del Capital y a sus beneficiarios. Nadie –salvo excepciones– puso en discusión el régimen de acumulación del Capital sino quiénes y cómo se benefician de semejante régimen.[3] Grandes y pequeños capitalistas intentaron poner de su lado a distintas capas de trabajadores, con resultado dispar y en ningún caso masivo.

Junto con la política definida como gestión, ambos antagonistas restauran el institucionalismo y –en particular– la forma Estado. Tanto cuando «el Gobierno» apela (acaso ingenua e inútilmente) a la «legitimidad» que le confieren los votos como supuesta expresión del interés general en contra de los reclamos sectoriales. Como cuando «el Campo» recurre (acaso ingenua e inútilmente) a los poderes judiciales, legislativos y ejecutivos –municipales o provinciales– para que lo representen. Se trata de instalar la percepción de que el Estado tiene una columna vertebral administrativa y técnica neutra llamada a velar por –y mediar entre– las distintas fracciones de la sociedad de una manera imparcial, justa y ecuánime. Esta percepción –razonable desde el punto de vista del Capital– se ha extendido ahora al Trabajo de una manera hasta hace no mucho insólita.[4]

Merece recordarse que el modo de producción capitalista requiere que el/la trabajador/a se encuentre doblemente «libre»: libre de vender su fuerza de trabajo en el mercado y libre de todo medio de producción que le permita la realización de su fuerza de trabajo.[5] La primera «libertad» (el hecho de que la explotación tiene lugar a través de la compra y venta libre de la fuerza de trabajo) exige la abstracción del uso directo de la fuerza psico-física desde el proceso inmediato de producción: se hace necesaria la percepción de que la fuerza de trabajo es algo separado del trabajador. La segunda «libertad» (el hecho de que el trabajador haya sido expropiado de los medio de producción) posibilita esa abstracción de las relaciones de fuerza directas del proceso de trabajo: el trabajador no tiene el control de los medios de producción. En pocas palabras, el capitalismo implica separar al trabajador de su fuerza de trabajo y separarlo, también, de los medios de producción. Esta doble separación encuentra su expresión cotidiana en: 1) la separación del trabajador en trabajador y ciudadano, 2) la separación de la lucha del trabajador en «lucha económica» y «lucha política», 3) la separación de la vida del trabajador en «vida privada» y «vida pública». La expresión institucional de estas separaciones es el aparato de Estado como entidad que aparenta estar al margen del proceso de producción, de tal modo que el Estado sería una instancia apartada de la contradicción entre el Capital y el Trabajo.

De esa manera, la forma Estado pretende ocultar la lucha de clases, erigiéndose como un «árbitro imparcial» capaz de «articular con justicia» la relación entre explotadores y explotados. Así de obvio se explica para la Presidente Cristina Fernández: «el peronismo nunca planteó la lucha de clases, el peronismo nunca planteó la guerra entre los pobres y los ricos, para qué, no. Al contrario, somos los creadores de la articulación entre el Capital y el Trabajo»[6]. (Se nos podría objetar que la política consistiría, para este caso, en cambiar el contenido peronista del Estado por un contenido revolucionario que lo hiciera funcionar de un modo radicalmente otro. Pero esa objeción omitiría el hecho de que la forma Estado implica su funcionamiento.) Insistimos: ni separado del proceso de producción, ni neutro, ni ecuánime, ni imparcial. Muy por el contrario, «cada uno de los aspectos de la actividad del Estado está impregnado por su carácter de clase»[7]. O, como dice Althusser en el dossier que en su momento dedicamos esta problemática: «el hecho de que la lucha de las clases (burguesa o proletaria) tenga por escenario el estado (hic et nunc) no significa en absoluto que la política deba definirse en relación con el estado. […] Es desde el punto de vista de la burguesía que existe una distinción entre ‹sociedad política› y ‹sociedad civil›»[8].

Por ello nos parece que una caracterización más profunda y abarcadora de la forma Estado no puede prescindir del viejo slogan comunista: «El poder estatal moderno no es más que una comisión administradora de los negocios comunes de toda la burguesía.»[9] O sea: el Estado es el capitalista colectivo que protege y alienta la reproducción del capitalismo en general, aun si ésta atenta contra los intereses de ciertos capitalistas particulares y aun si supone un poco de «gasto» social.



3. «Los mejores / los únicos / los métodos piqueteros...», corean Las manos de Filippi. Y si bien resulta difícil sostener que sean los mejores y que sean los únicos, no menos difícil resulta negar a esta altura que esos métodos sean los más efectivos para hacer visible, política y mediáticamente, una protesta. La acción directa y el piquete, la asamblea y el corte de ruta –secundados por el espectacular costo político de cualquier forma de represión– integran ya el repertorio básico de cualquier grupo movilizado. Ya sea burgués o proletario, minoritario o mayoritario. Y es que la recomposición –al calor del conflicto– de aquella «política» (que sería apenas gestión) y de la forma Estado (que sería apenas comisión) no ha bastado para eclipsar la estrella de años anteriores: la autoorganización.

Si por «politización» entendiéramos, al menos provisoriamente, un proceso mediante el cual se generan condiciones propicias para que cualquier vecino atienda a preocupaciones de índole institucional como si fuera un hábito constante, entonces podríamos sostener –como algunos sostienen– que desde la «primavera alfonsinista» no se registraba un grado tan masivo de politización en la sociedad argentina. Durante los últimos meses que vivió este país, el debate que –restringido por las definiciones que hemos expuesto– giró en torno a las «retenciones móviles» pareció estar en boca de casi todos/as, en casi cualquier lugar sitio. En verdulerías, en escuelas, en cualquier transporte público… se palpaba que la preocupación por lo que ocurriera en el Parlamento había desplazado a la preocupación por la «inseguridad» y peleaba cabeza a cabeza con la preocupación por la inflación. Podríamos decir, siguiendo este diagnóstico, que no es lo mismo tener en mente la cuestión de las retenciones móviles que tener en mente los resultados de «Bailando por un sueño». Sin embargo, si consideramos que los vehículos a través de los cuales estas cuestiones llegan a estar en mente son la radio, el diario y la televisión, cabe al menos preguntarnos si el tratamiento mediático de ambos contenidos no los asimila, traduciendo los debates y posicionamientos de la política a términos de los espectáculos y escándalos de la farándula. Y si la respuesta a esa pregunta fuera afirmativa, mal podríamos llamar «politización» a lo que bien podríamos llamar un proceso masivo de monotematización de los discursos cotidianos.

Pero si concedemos, al menos, que el Parlamento pasó a estar en el centro de la escena, no pasó a estar en el centro de la escena el voto como instancia de cambio. El voto como forma institucional de la fidelidad a cierta idea decayó: quienes votaron a Cristina Fernández podían ahora estar en su contra sin que mediara reparo alguno. Esta pérdida de legitimidad del sistema electoral es efecto de la secuencia que tuvo en diciembre de 2001 una de sus más prístinas manifestaciones. La extraña paradoja consiste en que el sistema representativo se vio reforzado durante estos meses: nuevas viejas figuras eran exhibidas por televisión como los posibles candidatos del cambio.

Y es que, al permanecer incuestionado el capitalismo, resulta inconcebible un tercer campo que sea independiente de las definiciones binarias que acapararon la atención. A partir de aquí se puede leer con mayor rigor qué fue lo que apareció como «autoorganización» en las rutas. La irreverencia práctica y colectiva ante el caudal de votos que avalaría las decisiones tomadas por el Poder Ejecutivo no emanaba de una crítica a la representación política y de una afirmación de la democracia directa, sino que hundía sus raíces en lo peor del folclore nacional. El asedio sobre los Senadores, la acción directa y los grupos autoconvocados que no respondían a los dirigentes nacionales no eran la expresión crítica y superadora del parlamentarismo burgués, sino la emergencia retrógrada de formas institucionales ligadas directamente al caudillaje. Un caudillaje que goza del desarrollo de las fuerzas productivas, claro. La información acerca de las medidas a tomar circulaba en cadenas de mails que hacían masivamente accesibles los tópicos del debate. Sin embargo, el tratamiento de esos tópicos y las decisiones en torno a las modalidades de ese tratamiento siempre estuvieron en manos de unos pocos (los principales referentes de las organizaciones del agro). Hay quienes observamos ahí una pulsión de goce por la popularidad, el consenso, la legitimación, a la vez que esa legitimación se trabaja sólo bajo la forma del intercambio de figuritas. Es la sociedad del espectáculo, no sólo en el sentido mediático, sino en el sentido de no sacrificar los medios que están disponibles para hacer política: el voto de la representación estatal significa «no toquemos el consenso que puede haber entre capitalistas y trabajadores». El gobierno de los Kirchner no se erigió sobre la búsqueda de un proyecto político alternativo, sino sobre la recomposición capitalista basada en la búsqueda del «mal menor» frente al peligro de que adviniera «la derecha». En el plano estatal de la política de alianzas ocurre lo mismo: el tacticismo lleva a legitimar lo existente porque siempre hay un «enemigo principal» que es necesario y urgente combatir antes de dedicarnos de lleno a combatir el capital.

En cuanto a la autoorganización extendida, cualquiera que tenga la más mínima experiencia asamblearia sabe que en esos cortes de ruta no hubo asambleas: sólo unos pocos delineaban los pasos a seguir, mientras que los muchos alzaban sus manos en apoyo sin siquiera preguntarse por qué votaban la orientación en oferta en vez de producirla. Hubo horizontalidad, pero no hubo democracia.

Y es que el meollo de la cuestión reside en el hecho de que tanto aquella masificación del debate en torno a las retenciones como esta reapropiación de cierta metodología de lucha descansan sobre el supuesto incuestionado del capitalismo. Ni una ni otra sospechan siquiera una crítica a la explotación del Trabajo por parte del Capital. Y sin una práctica que tenga por contenido la transformación radical de las relaciones sociales vigentes –lo que para nosotros/as significa la destrucción de las relaciones sociales capitalistas– es inconcebible (impensable) el cambio revolucionario. Claro que no basta con tener un Programa esclarecido y esclarecedor para generar formas de organización y metodologías de lucha que expresen el nuevo tipo de relaciones sociales que se pretende oponer al capitalismo y a la forma estatal de las relaciones sociales. Pero la inversa es igualmente inconducente: en los últimos meses hemos sido testigos de la masificación de la horizontalidad sin democracia y de la autoorganización sin autonomía. Aunque cabría decir que sí hubo autonomía de clase… burguesa. Lo que no hubo es autonomía de clase frente al Capital.

No obstante lo expuesto hasta aquí, seguimos suscribiendo la «idea-fuerza» que afirma que el Capital depende del Trabajo, pero el Trabajo puede autogobernarse prescindiendo del Capital.



4. La discusión anterior guarda como clave principal la idea de que la posibilidad de existencia de un tipo de autoorganización sin autonomía de clase frente al Capital supone dejar sin discutir el tipo de relaciones sociales que se dan en el modo de producción capitalista, tratando de dejar a un costado ciertas tendencias que van apareciendo a la luz del conflicto suscitado. En este sentido, las determinaciones que condicionan el conflicto coyuntural plantean, en forma más o menos inmediata, lo que tendencialmente está por venir.

En efecto, ya se llevan seis años de un nuevo ciclo de acumulación, a partir de 2002, fundamentalmente desde 2003, con la recuperación de la producción, con la recuperación del empleo, con la recuperación del salario. Hoy en día, los salarios promedio, en Argentina, están entre los ochocientos y los novecientos dólares. Estos números, si bien son inferiores, se han recuperado respecto de lo que era un nivel salarial promedio en la década de los '90. Así, es posible pensar en la desaceleración, en el amesetamiento, del proceso de acumulación abierto durante el gobierno encabezado por Néstor Kirchner. Por supuesto, han mejorado las condiciones para prolongar la acumulación por un tiempo más, pero es evidente que esta desaceleración está empezando a impactar en los números. De hecho, en los últimos siete u ocho meses, se han ido veinte mil millones de dólares del sistema. En otro momento histórico eso habría desatado una corrida; en cambio, en esta ventajosa situación, con superávit y reservas considerables, eso no ocurre. Pero es un dato significativo. Porque significa que, más temprano que tarde, las fracciones burguesas se van a tener que poner de acuerdo en cómo acumular, o en cómo mantener la acumulación. Concretamente, la «Mesa de enlace» tendrá que sentarse a negociar con el sector industrial, sector supuestamente apoyado por el Gobierno. Ya hay muestras –a partir del crecimiento económico, del aumento de las tarifas y de la posibilidad de quitar subsidios a ciertos sectores industriales– de que el Gobierno, el movimiento obrero organizado (que es la burocracia de los «gordos»), «el campo» y los industriales tendrán que entablar una negociación. ¿Y qué tendrán que hacer? De continuar así, con niveles de desocupación inferiores al diez por ciento y salarios cercanos a los mil dólares, no podrán mantener estable el incremento de las ganancias. La tensión social perdura y la memoria de las luchas es muy reciente. Lo vimos en un sector que hasta hace meses no era capaz de salir a las rutas.

Seis años atrás, cuando discutimos el problema de qué iba a pasar con el 2001,[10] algunos/as expresamos nuestro punto de vista acerca de qué era lo que se venía: ni más ni menos que una reacumulación del Capital, sobre la base de salarios de trescientos dólares. De acuerdo con esa visión, vemos que la acumulación acomodó los salarios. De manera que las distintas fracciones de la burguesía tendrán que sentarse a repartir. Y repartir significa lo que pide «el campo»: que una porción de la acumulación tendrá que ser a costa de ellos, pero también de los subsidios de los industriales. Dicho de otro modo, tiene que haber un reacomodamiento de la alianza burguesa, de la alianza gobernante. Esto es necesario. Pero no necesariamente armónico y prolijo: no es fácil sentarse a negociar como caballeros. Y aquí opera muy fuertemente la memoria de las luchas, la memoria asamblearia desde el 2001 hasta acá, la tendencia a la acción directa, la movilización espontánea como forma de politización de un conflicto.

Habrá que medir con mayor objetividad esos números. Algunos sostenemos aún que el sujeto es el Capital. Por lo tanto, no les pedimos nada al movimiento obrero organizado, ni a las centrales combativas… De lo que se trata, para algunos de nosotros, es de analizar este inminente reacomodo de la burguesía relativo a cómo mantener el ciclo de acumulación, sabiendo que de la permanencia y estabilidad de este ciclo depende en buena medida que la memoria de las luchas no propicie un conflicto abierto. No será fácil aumentar el desempleo a un diecisiete por ciento y disminuir nuevamente los salarios.

Pero insistimos: la bi-univocidad como modalidad hegemónica del pensamiento se expresa en su forma más prístina cuando, empujada al fondo de la cuestión, formula el problema en términos de «Estado versus Mercado». La disyunción exclusiva «Ellos o nosotros» implica sin medias tintas el principio aristotélico del «tercero excluido»: sólo habría dos lugares desde los cuales posicionarse política, ideológica, teórica y prácticamente. Muy por el contrario, para nosotros la bi-univocidad supone la sumisión del Trabajo al Capital, puesto que reafirma la neutralidad de la forma-Estado.



5. En el vigésimo número de dialéktica presentamos un dossier dedicado a pensar a partir de, o en torno a, la figura y la obra de Cornelius Castoriadis. «Cornelius Castoriadis: una filosofía que sigue germinando» es una entrevista que opera como introducción al presente dossier de la revista. En esta última, Alicia Merlo charla con Sandra Garzonio –traductora de la obra del filósofo y activista griego- acerca de los motivos de la lectura actual de la obra de Castoriadis. En segundo lugar aparece ubicado el artículo de Daniel H. Cabrera: «Volver a recorrer el camino: autogestión obrera, autoinstitución de la sociedad, imaginario y ontología del magma», además de desarrollar una introducción general a la obra de Castoriadis plantea una hipótesis más que interesante respecto al concepto de Autonomía. De este concepto parte el artículo de Mariano Repossi «¿Cómo organizar la autonomía? El debate entre Castoriadis, Pannekoek y Lefort» y lo presenta en el contexto del debate de la revista Socialismo o Barbarie. La ruptura de la mencionada revista es reconstruida por el artículo escrito a cuatro manos entre Florencio Noceti y Patricio McCabe, «Socialismo o Barbarie, apuntes para la crónica de una ruptura (¿o serán varias?)». Por su parte, «Castoriadis, o la (im)posible soledad», de César Marchesino, toma como punto de partida el mayo francés queriendo desandar la trama de la obra de Castoriadis durante este período. Cierra el presente dossier el Artículo de Eduardo Maggiolo «La Biblia homérica», en donde la filosofía y la religión griega se entrelazan con la idea de democracia.

En la ya clásica sección Universidad presentamos los artículos de Natalia Cantarelli, Berna Vaianella, «Un seminario para Troya. Análisis de una experiencia compartida»; y el de Juan José Nardi, «Illusio y campo científico. El lugar de los becarios de investigación». El primero reflexiona teórica y críticamente a partir de su intervención cursada en el seminario colectivo curricular «Filosofía, historia, comunidad». El segundo problematiza el espacio que ocupan los becarios de investigación en la carrera de Sociología.En la sección Documentos universitarios, y para seguir aportando al debate y a la organización, hacen lo suyo el Colectivo de estudiantes de filosofía y el grupo de la carrera de Medicina de la UBA Síntesis.En Artículos varios Pablo Mestrovic polemiza acerca de las re-estructuraciones que sufrió el Estado argentino en el siglo XX. Vanesa Prieto y Verónica Zallocchi problematizan el fenómeno de la desigualdad en relación con el género y el patriarcado en «Para pensar el cautiverio: género y capitalismo». Cierra la sección el artículo de Federico Apuzzo, «¿Qué nos amasa la cabeza?», en donde la metáfora y el psicoanálisis ocupan el centro de la escena.Cierran este número las reseñas de Mariano Repossi acerca de la revista de filosofía, cultura y política, El río sin orillas. Eduardo Glavich comenta el libro de Daniel H. Cabrera acerca de la obra de Castoriadis. Gastón Falcón y Mariano Repossi reseñan, respectivamente, los libros de Alejandro Cerletti, Repetición, novedad y sujeto en la educación y el de Philippe Mengue, Deleuze o el sistema de lo múltiple.









Septiembre de 2008.







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[1] La verdad es que preferiríamos reservar para éstos/as el término «productores/as», del que se apropian ideológicamente los empresarios agropecuarios (como si su apropiación económica no fuera ya excesiva).
[2] Un diagnóstico que no por sofisticado resulta menos cuestionable es el que realiza el Colectivo Situaciones cuando declara constatar «la paradoja de una ‹vuelta de la política› junto a una despolitización de lo social: en el mismo momento en que se evocan referentes éticos de las luchas transformadoras como parte de un movimiento mayor de legitimación estatal, se devalúan los diagnósticos que estas experiencias pueden ofrecer como perspectiva de comprensión de la «situación actual» («¿La vuelta de la política? (o sobre los modos de transitar el impasse sin caer en falsas dicotomías ni estériles nostalgias)», 25/05/08, en www.situaciones.org). A esa evocación de referentes éticos la hemos llamado cooptación (ver notas editoriales de los números 16, 17 y 18 de dialéktica), de lo cual se desprende que a esa devaluación de los diagnósticos la denominemos, por ejemplo, claudicación (o falta de autonomía de clase frente al Capital).
[3] Reconocidos y autodefinidos marxistas llegaron a escribir, por ejemplo: «Con el triunfo de la derecha campestre se han dado las condiciones para producir el sentido común de que ‹los que mandan› son las corporaciones privadas y no las autoridades políticas electas. […] Las palabras que creíamos haber recuperado –‹política›, ‹redistribución›, ‹justicia social› y ni qué hablar de ‹lucha de clases›– volverán a intentar licuarse en la jerga aparentemente anodina de una ‹psicología› economicista que disfraza los intereses locales y globales del verdadero poder». (E. Grunner y L. Rozitchner, «Borrador de balance», Página/12, 20/07/08.)
[4] Movimientos sociales como el MOCASE, por ejemplo, reclamaron la intervención del Estado en el comercio exterior como si no fuera el mismo Estado el que interviene activamente, regulando la baja en el tipo de cambio y favoreciendo al mismo «sector sojero» que expulsa a estos campesinos de sus tierras.
[5] «Para la transformación del dinero en capital, el poseedor de dinero tiene que encontrar al trabajador libre en el mercado de mercancías, libre en el doble sentido de que, en cuanto persona libre, disponga de su fuerza de trabajo como mercancía suya, y de que, por otro lado, no tenga otras mercancías que vender, que esté suelto y vacante, libre de todas las cosas necesarias para la realización de su fuerza de trabajo». Marx, K., El capital. Crítica de la economía política, trad. V. Romano García, Madrid, Akal, 2000, libro I, sección 2, p. 227.
[6] Discurso en Parque Norte del 17 de marzo de 2008.
[7] Holloway, J., Marxismo, Estado y Capital. La crisis como expresión del poder del trabajo, Buenos Aires, Tierra del Fuego, 1994, p. 116.
[8] Althusser, L., «El marxismo como teoría finita», en el dossier «El problema de la organización en la política, el problema de la política en la organización», dialéktica, año xiv, número 17, Buenos Aires, primavera 2005, pp. 22-3. Cursivas originales.
[9] Marx, K. & F. Engels, Manifiesto del partido comunista, trad. León Mames, Barcelona, Crítica, 1998, p. 41.
[10] Ver los números 14 (primavera 2002) y 15 (primavera 2003) de dialéktica, dedicados casi en su totalidad a debatir causas y consecuencias del proceso que mostró uno de sus más notorios picos el 20 de diciembre de 2001